
Al caer la tarde,
bajo el tenue horizonte
entre el mar y las montañas,
destellos de luz escarlata
irradia el astro rey
misterioso y mágico,
junto a aguas burbujeantes
y presurosas.
Son el preludio del anhelado
encuentro.
En la arena huellas demarcan
el caminar.
Finos granos dorados contornean
y suavizan el andar.
¡Oh adorado ocaso,
bella tarde de abril
desvaneciéndose con frenesí,
da paso a la noche blanca y clara!
¡Luna vespertina,
que olvida el paisaje carmesí!
Yenny Rocío Tulcán Hernández. Colombia