
No tenemos nada en común sino el camino,
un tronco de árbol,
el suicidio de las flores en invierno,
el mar azulverde de las nubes.
Mirarnos a los ojos también.
No tenemos nada en común
sino el camino pinotea,
el run run de los sueños por las noches,
las azaleas que entran por las ventanas
con el sol y un amor.
Y un dolor cenizo también.
No tenemos nada en común sino el camino,
papeles insumisos,
un beso guardado en las escaleras de madera
de San Telmo bajando al mismo tiempo
y un farol abril que titila.
Diciembre en los finales también.
Juan Botana. Argentina.