
Hoy, de noche, iré junto a mi amada al atracadero,
a desanclar mi velero.
El del timón alienado y su velamen plateado.
Hoy desempolvaré mi bitácora con sus hojas ajadas de añosas travesías.
No portare brújula, ni cartografías.
Me desentenderé de las estrellas y sus vías.
Incluso de la luz que señala algún faro, allá, lejano.
Y surcaremos el trasnochado océano,
hasta oír los cánticos de las sirenas,
junto a los trinos de todas las aves que pululan el cielo marino.
Será el momento de levantarnos de la litera.
Subir a cubierta para contemplar la aurora.
Y reencender nuestras pasiones, desgastadas desde la proa hasta la popa.
Claudio Fernando Navarro. Chile.