Es la medianoche; recostado en mi cama leo a Neruda, el poema 20.
Una brisa cálida y fragante se filtra por la ventana entreabierta que da hacia el oriente, cerrando las tapas del libro suavemente, abrazando mi torso desnudo con sus brazos volátiles e introduciéndose bajo las sábanas como una febril amante. Su ventolina lujuriosa recorre mi cuerpo candente, generando una atmósfera erótica en el ambiente. Luego de horas de torbellinos me da un último beso humectado con frescor de alba, y se disipa jadeante.
Claudio Fernando Navarro.
Santiago de Chile.