Cuando leí el primer poema de Hedda, lloré. Lloré por mi pueblo, mis calles, mis vivos y mis muertos. Allí, en la distancia hacia donde Hedda me llevó transportada en sonidos, colores, voces, imágenes, todo un círculo de melancolías y nostalgias de todo lo dejado atrás, lo perdido, lo nunca olvidado, lo que nos vio nacer, crecer, reír y llorar.
Cómo explicar ese viaje por sus atardeceres, sus distancias, sus tiempos, sus mares y sus cielos. Un viaje que encierra una vida, un camino recorrido: el mío, el tuyo, el de todos los que dejaron atrás un recuerdo, sus amigos, las calles conocidas y nunca olvidadas; los olores de la infancia, todo lo que resume un sentir, una emoción. Todo lo que fue y lo que pudo ser.
Todo el que haya dejado atrás algo en su vida encontrará en estos poemas una razón para sentir profundamente y compartir esa emoción, llenar el alma y vaciar los ojos.
Pero lo más sorprendente aquí, es que Hedda no nos deja desprovistos de ilusión o de esperanza. Por el contrario, en su incursión por un mundo nuevo donde todo es desconocido, ella se torna elástica, suave y agradecida. Allí continuará su vida y la de sus hijos y ese amor de cielos ahora será compartido.
Con su éxodo de Colombia transita por “Soy inmigrante” donde parece perdida y deambulando como “Caminante” por las calles desconocidas y sin embargo se acuna y se consuela en el mar de “A los Estados Unidos”.
Va y viene en sus memorias despidiéndose en “Adiós amada patria” y afronta su “Soledad” con entereza levantándose con esperanza y mezcla sus añoranzas con cánticos y festejos en “Navidad” en la tierra que la recibió.
Su esperanza en “A mi regreso” donde deja la puerta abierta a compartir dos patrias y la misma “Luna extranjera” vista desde otros horizontes y “Volver” a esa tierra nunca olvidada por “Caminos” de nostalgia y aunque tal vez pareciera que pierde su ilusión en “Mutilación” con un sentimiento de “Fugitivo” y como las olas del mar que vienen y se van recorre el camino, para encontrarse inmersa en una nueva esperanza en “Bienvenido”.
Sería imposible expresar todo lo que nace y crece en el corazón del lector, si no recorre ese camino de la mano de nuestra querida Hedda y llena su alma de ese cúmulo de sentimientos tan enriquecedores: empaparse de melancolía, beber la nostalgia, iluminarse con la ilusión, llenarse de esperanza y llorar, llorar ríos, mares y cascadas para dejar atrás todas las tristezas.
Ana Ulehla.
Ana Ulehla es una poetisa, declamadora y docente jubilada, nacida en Icaño, Stgo del Estero, Argentina. Ha publicado su poesía por cuatro años consecutivos en antologías del Instituto Latinoamericano y Editorial Hispana y participado en lecturas de poemas en la Feria del Libro de La Rioja. Periódicamente interviene en programas radiales transmitidos desde la Florida, Estados Unidos, Argentina y Uruguay. En el 2018 se le otorgó el premio Destaque Victoria, por su valiosa labor como difusora.
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