De niña corría tras las mariposas de día
y las luciérnagas de noche,
disfrutaba del sol y la luna
mientras contaba las estrellas.
El jazmín perfumaba mis amaneceres
junto con el trinar de los pájaros.
Me acariciaba el agua clara
y vientos favorables empujaban mi barca.
Los grillos arrullaban mi sueño
envuelta en la tibieza de la noche.
Conocí una naturaleza amiga.
Quizá tuve los ojos cerrados
o la naturaleza me encandiló
y el asfalto rompió todos los cristales de mis sueños,
que estallaron ante mis ojos
y encontré las rosa con espinas
y el barro en el agua clara
y el cielo oscuro, los pájaros mudos,
las mariposas muertas
y los grillos en silencio.
Aquellas luces multiplicadas en el agua de un río
a través de la ventana del tren
que me traía al progreso,
me hicieron creer que era un mundo maravilloso
el que se abría ante mí para conocer.
Ahora lucho por un pedacito de cielo.
Ana Ulehla. Argentina.