Duele, como cortes de navaja, afilada y sin filo,
hiere tu olvido,
dañando por dentro cada visera, las entrañas,
cada tejido.
Duele el amor y duele el desamor,
en agonía… sin poder morir.
Duele cada hueso, cada uña,
estar despierto, duele estar vivo.
Duele el quedarse y duele el marcharse.
Dolor…agonía, contigo y sin ti.
Cargaré con un muerto en la espalda,
afectando el corazón,
el estómago, el lagrimal,
la nariz y la razón.
Me duele tanto, el pensar,
que ya no seremos más nosotros dos,
pero ya no se puede regresar,
porque nos encargamos de sembrar,
alfileres y vidrios rotos,
en el camino de nuestro andar.
Miriam Pilar Oyola.
Argentina.