La hojas del pasado van cayendo,
unas han caído en silencio y libremente,
otras han necesitado un fuerte viento.
Sienten que es un paso vital y necesario,
esperando que llegue otra primavera
que la cubra de nuevas hojas verdes.
Hojas doradas que tapizan la escollera
y se funden con los colores del atardecer.
Agua que se tiñe de la misma nostalgia.
Crepúsculo que se viste de hojas secas,
esperando que llegue otra primavera
y que el muelle solitario se llene de vida.
Nadie esta inmune a este paisaje dorado,
todos alguna vez nos sentimos identificados .
Nos envuelve esta sensación de pérdida,
de una soledad que nos invade sin tristeza,
esperando que llegue otra primavera
que nos cobije con el alegre trinar de las aves.
Marcela Barrientos.
Argentina.