Qué cruel es el destino,
al haberte apartado de mi camino,
en las sombras de un oscuro vacío,
mi corazón pende de un hilo.
La noche se ha vuelto gris,
como el gris de tus cabellos,
cubiertos bajo un manto de estrellas,
tocando mis más íntimos secretos.
Eres tú o el apacible viento,
el que duerme en mi cara,
trayendo mil recuerdos,
a un corazón que nació para amar.
Me duele esta pasión que mata,
este sinsabor que arrebata,
los días pidiendo una explicación,
del porqué de este amor.
Me duele,
me duele tanto,
que sin ti no veré otro amanecer.
Edwin Cruz Villegas.
Costa Rica.