¡Dios mío! …envuelve sus heridas con tu manto blanco,
cicatriza las confusiones que fluyen de su cansado recorrido.
Sus huellas laceradas se abrazan a tu reluciente cuerpo.
Noches melancólicas empañan su ánimo.
A oscuras, vive, carece de entusiasmo,
regresa su indefensa luz que irradió a solas sin reprimo.
Posa tus milagrosas manos e hidrata de amor su dañada esencia,
sedienta de tu infinita misericordia,
convierte su dolencia en una alegría.
Cólmala de tu santificada custodia, sorbiendo tu halo celestial.
Falsas promesas tejieron, aspirando su cuerpo astral,
dejando agotada su energía jovial.
Ilumina su lúgubre cicatriz con colores luminosos.
Vístela con colores fastuosos.
Renace sus grietas que lastimaron sus quejosos sollozos.
Benefíciala con tu túnica divina, llévatela,
y que nadie vuelva a dañarla en su ciudadela.
D.R Ania Belotti.
Lima Perú.