Miro el reloj y empujo con todas mis fuerzas sus manecillas pero nada, presiento la felicidad tan cercana, destilo mi tristeza y alegría sin cambiar las lágrimas.
Te amé antes de saberte en mí, cuando aún eras un anhelo, un hermoso sueño de todas las noches. Nueve meses miré la puerta esperando el día, esperando la señal. En la soledad de mis sentimientos te hable y te canté, te presumí con todos y a toda hora. Te soñé grande y cómodo en mi panza, Estuve a tu espera en carne viva con los sentimientos en flor.
El día llegó y muerta de miedo fui a tu encuentro y fuiste más, mucho más de lo que mis ansias predecían, infinitamente más, fuiste todo.
Miro el reloj y empujo con todas mis fuerzas sus manecillas pero nada, presiento la felicidad tan cercana, destilo mi tristeza y alegría sin cambiar las lágrimas.
Suena el teléfono y mis latidos no me dejan oír, ¿Mamá?; mamá hoy no vamos a poder ir, te prometo que la semana que viene… Te amo mamá.
Esas tres últimas palabras borran la angustia y el dolor, me recomponen, me llenan otra vez. Nuevamente me siento completa.
Miro el reloj y empujo con todas mis fuerzas sus manecillas pero nada, presiento la felicidad tan cercana, destilo mi tristeza y alegría sin cambiar las lágrimas. El próximo domingo.
Joselo Marinozzi.
Argentina.