Te regalo mi fe
que ha derrotado las palabras necias,
mi esperanza redimida aún
en los naufragios,
el aroma de mi libertad azul,
y el ruido extraño de mi corazón
cuando aprieta el alma.
Te regalo las lágrimas devueltas
que me hacen fuerte,
el silencio de mi piel que solo
me susurra entre las venas,
y el reloj que mide mis años hasta
la hora de partir.
Te regalo eso, solo mis versos,
porque el resto nunca ha sido mío.
Hedda Ibarra. Colombia