El puente se movía con aquellos pasos, el viento arrastraba el cabello de la señorita.
El polvo se pegaba a los zapatos y el maquillaje se desvanecía con el frío.
Arriba del puente el cielo alumbrando el día, las aves danzando con el aleteo rítmico de su naturaleza.
Abajo del puente esquirlas de vidrio, trozos de papel con silabas indescifrables.
El olor a licor emborrachando el subterráneo, la sombra del puente invadiendo el suelo la penumbra solitaria oscureciendo la sonrisa del anciano.
Oh señorita, regáleme la escalera de la fe para vislumbrar con el brillo de la altura del buen caminante.
Microrrelato de Jacqueline Vivas Rubio.
Publicado por Lisbeth Ibarra.
Jaquie querida, sale a flote el hermoso corazón que tienes, lleno de profundas emociones!!!
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