ENTRE LETRAS DE UN SUICIDIO, JOSÉ ASUNCIÓN SILVA

jose-asu

«El mundo le rompió con el sueño la vida», con estas palabras Miguel de Unamuno, escritor y filósofo español, sugiere que el poeta colombiano José Asunción Silva, busca la muerte solo por la imposibilidad de seguir siendo niño. Pero a José Asunción Silva en sus treinta años de edad, más allá de toda nostalgia lo aquejaba una profunda depresión.

Nació en Bogotá en 1865, en el seno de una familia adinerada, sus padres eran Ricardo Silva, escritor y comerciante, dueño de un almacén de objetos finos y Vicenta Gómez, hija de un diputado de la ciudad.

Silva, desde pequeño demostró una gran sensibilidad e inteligencia y a los dos años de edad ya escribía, leía y pintaba, habilidades tal vez adquiridas por desarrollarse en un ambiente artístico y creativo, ya que su padre, amante de la literatura, acostumbraba a organizar tertulias.

Tuvo una niñez apacible y feliz, hasta que fallecieron sus hermanos Alfonso, Inés y Guillermo de enfermedades poco controlables en esa época. Para entonces el poeta ya comenzaba a escribir sus primeros versos con tan solo diez años, demostrando su talento en un poema con motivo de su primera comunión.

Luego escribiría entre sus catorce y dieciocho años el libro Intimidades y se publicarían poemas como Las Crisálidas y Las Golondrinas en la antología el Parnaso Colombiano, que supondrían su verdadero lanzamiento literario. Pero El Libro de Los Versos fue la obra de mayor relevancia en su producción poética y por supuesto los poemas Nocturno.

Episodios tan tristes como la pérdida de sus hermanos, marcarían a José Asunción Silva y sembrarían un vínculo doloroso con la muerte.

En 1870 nace Elvira Inés Silva, su adorada hermana, quien se convertiría en su fiel confidente y apoyo, pero quien desgraciadamente también muere de neumonía en 1891, seguida de la muerte de su padre en 1887. Solo sobreviviría Julia, la hermana menor quien habría nacido en 1877.
Fue en este momento fatídico de su vida cuando escribe el famoso poema Nocturno III, en donde describe su dolor y angustia por la pérdida de su hermana.

Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
Una noche
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
A mi lado lentamente, contra mí ceñida, toda,
Muda y pálida
Como si un presentimiento de amarguras infinitas,
Hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
Por la senda florecida que atraviesa la llanura florecida
Caminabas,
Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
Y tu sombra
Fina y lánguida,
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban
Y eran una
Y eran una
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!

Esta noche
solo, el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,
solo y mudo
por la senda caminaba,
y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida,
y el chillido
de las ranas,
sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas
de las mortüorias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte
era el frío de la nada…
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola
¡Iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
Como en esa noche llena de murmullos de perfumes y de músicas de alas,
se acercó y marchó con ella
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella… ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan en las noches de negruras y de lágrimas!…

A pesar de este destino de penas, el poeta nunca dejó de escribir y su amor por la literatura lo mantuvo en pie por un tiempo. También luchaba desesperada y angustiosamente por sobrevivir económicamente, ya que su padre al morir estaba arruinado y arrastró a la familia a la quiebra.
Renovó el negocio familiar, invirtió en tierras cafeteras y su último intento por mejorar la situación, fue la construcción y montaje de una fábrica de baldosines, cuya fórmula química el había patentado, pero también fracasó con este proyecto.

Su vida romántica fue poco conocida, pues era muy discreto, actitud tal que se prestaba para habladurías, tales como que era afeminado o que había mantenido un amor incestuoso con su hermana Elvira Silva.

La noche del 23 de mayo de 1886, tras una velada, Silva se retiró a su habitación y al día siguiente fue hallado muerto con un tiro en el pecho. Se rumora que había preguntado a un médico la localización exacta del corazón. Sus restos se encuentran en el cementerio Central de Bogotá en el pabellón de los suicidas.


Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s